miércoles, 5 de marzo de 2014

Tecnofobia

"Los móviles nos vuelven zombis". Esa frase, aunque no deja de ser cierta, ha tendido a generalizarse en exceso. Decir que los móviles nos vuelven zombis es como decir que los cuchillos nos vuelven asesinos. Todo depende de cómo los utilices. Pero hay gente que ha tomado esta frase como bandera para demonizar todos los aparatos tecnológicos. Ante sus ojos, cualquier persona con un móvil en la mano ya es un adicto, y se regodean de que ellos no necesitan esas comodidades inútiles.

Por poner un ejemplo, aunque cada vez más escuelas se abren ante el gran mundo de la tecnología, aún hay muchas que se aferran a lo tradicional y siguen padeciendo de tecnofobia. En mi colegio, por ejemplo, no sólo no nos dejaban llevar móviles, sino que cualquier aparato que tuviera algo de tecnológico (reproductores de música, consolas...) era requisado por aquel profesor que lo viera, incluso en horas de recreo. También había un profesor (el director, casualmente) que exigía que los estudiantes tenían que entregar los trabajos de su asignatura hechos a mano. El mismo que gastó dinero en comprar una enciclopedia para la biblioteca en plena era Wikipedia.

Estoy completamente de acuerdo en que, a veces, la gente tendemos a apartar cada vez más la vista de la realidad y fijarla cada vez más en la pantalla de nuestro smartphone. Pero la solución para evitar este problema no está en rechazar todo lo tecnológico, sino en aprender a utilizarlo. No consiste en rechazar sus defectos, sino en potenciar sus virtudes. Cada vez más gente dice "Con eso del guasap, se está perdiendo la costumbre de hablar cara a cara". Y también se ha perdido la bonita costumbre de hacer fuego chocando dos piedras. Pero eso a nadie parece importarle.

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