jueves, 24 de abril de 2014

(1)

-Te quiero
De repente, se hizo un silencio absoluto. Noté un terrible nudo en el estómago. Pero sabía que no hablaba en serio. Lo veía en sus ojos, danzando de un punto a otro de la sala. Lo escuchaba en sus palabras, que apenas eran simples balbuceos . Y lo olía en su aliento a whisky barato. De algún modo, una parte de mi cerebro quería continuar esa farsa. Y que todo lo que había pensado durante tantos años se hiciera realidad,aunque fuera apenas por unas horas. Pero sabía que ella estaba en esa fase de la ebriedad en la que sólo se dicen tonterías.

Yo no quería aprovecharme de ella. Sabía que en ese estado podía llevármela a la cama simplemente chasqueando los dedos, pero sabía que al final terminaría dándose cuenta y que me odiaría para siempre. Y qué coño, que no me apetecía demasiado que su novio me partiera la cara. Noté como ella se acercaba lentamente y me ponía una mano en la cintura, que luego comenzó a bajar poco a poco.
-Oye, creo que no deberíamos...
Y entonces, me vomitó encima. Retrocedí de inmediato y contuve una arcada.
-Ay lo siento, yo no quería...- balbuceaba-yo sólo...y ahora va y...

Se acercó a mí tropezando y me abrazó fuertemente. Noté los tropezones de su vómito contra mi piel y reprimí otra arcada. Entonces me di cuenta de que ella había comenzado a llorar amargamente y, paralizado ante lo confuso de la situación, decidí abrazarla yo también. Notaba el calor reconfortante que desprendía su cuerpo debido al alcohol. Y empezó a susurrarme algo al oído. Entre murmullos ininteligibles, lograba intuir alguna frase suelta.
-Es que él es gilipollas...No sé como sigo con él...Tu sí sabes escuchar...Capullo de...
Acerqué mi boca a su oído y le susurré:
-Natalia, estás muy borracha.
Ella se separó de mí y me miró fijamente a los ojos, aparentemente molesta por mi comentario.
-Te juro que ahora mismo lo dejo y me voy contigo

Me quedé a cuadros. Como le dijera eso a Jorge, su novio cani de 2 metros, no iba a vivir para contarlo.
-Natalia, no creo que debas...
-Que no, que no. Hazme caso-murmullos ininteligibles-¡A la mierda!¡A la puta mierda!
Y entonces salió corriendo hacia el salón, sorprendentemente ágil teniendo en cuenta lo pedo que iba. Me quedé paralizado durante unos segundos, como queriendo asimilar qué cojones acababa de pasar. Luego salí corriendo detrás de ella como alma que lleva el diablo. Pero llegaba tarde. Putamente tarde. Justo a tiempo para ver como ella, en el otro extremo de la sala, le decía algo a Jorge. Y para ver como Jorge me miraba fijamente y salía corriendo hacia mí, intuía que no para darme la enhorabuena precisamente. "Me cago en la puta" pensé.

2 comentarios:

  1. Oh me suena un montón la primera parte de las ventajas de ser un marginado

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    1. La verdad es que no me lo he leído, pero tengo ganas de hacerlo porque me lo recomiendan a punta pala...

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